Está desde aquel día,
desde el estío aquel sonando hondo
su verso; igual de claro que aquel día,
igual de ancho que un estío,
sirviendo de temblor con su palabra
a tanto temblor nuestro sin palabra.
Y las pocas palabras verdaderas
siguen siendo temblor, parte por siempre
de lo creado y único camino
de salvarnos un poco cada día,
darle nombre a los mundos que en nosotros
claman por su palabra verdadera.