El calor que esperaba. ¿No era aquello

como vivir? ¿No siento todavía

su labio de frescor? Era en la fría

madrugada. La brisa en el cabello,

y el cabello rondándole en el cuello,

defendiéndola apenas. ¿No era mía

la hora de su plenitud que se encendía,

y la vida en la mano?

¡Oh corcel bello,

arrebatadamente bello y duro,

que la robaste de mis brazos!: deja

la dulce pesadumbre del recuerdo,

el dulce recordar entre lo oscuro,

el oscuro sentir, mientras se aleja

aquello, ¡ay!, que para nunca pierdo.