A Juana Mordó

Dos muchachas. La vida se aligera

con la palabra, el son. De labio a oído,

paloma es la palabra, y el latido

palabra de la sangre verdadera.

Paloma de la sangre prisionera,

sola en la oscuridad de su gemido.

Palabra de la sangre es el sentido

llamando a la hermosura que está fuera.

Así, desde la bestia a la paloma,

entre soñar y ser va la jornada,

vuelo del corazón hacia su altura.

Muchacha a la ventana, que se asoma

apenas, y ya siente la llamada,

apenas en los labios la dulzura.