Tengo el recuerdo aquí. La luz aquella

del jardín por la tarde en el estío,

y los vencejos en el ancho río

de la tarde tranquilamente bella.

¡Oh Señor, oh terror!, tu amor lo sella

y el instante no pasa. En el sombrío

jardín, el agua, el tiempo, siguen[92]. Mío

sigue el instante aquel, sigue la huella

de su paso en el alma. La memoria

va escribiendo la tarde y el relente

y el frescor del jardín recién mojado.

Alguien se acerca. Y es la misma historia.

Alguien que llega. Tú. Precisamente

hablábamos de ti cuando has llegado.