II

Quiero contarte cosas que me pasan.

Cuando digo me pasan tiemblo, Rosa,

porque me pasan[81] dice muchas cosas.

Esto de las palabras, Rosa, siempre

induce a confusión. Hablo, tropiezo,

caigo, me repongo, vuelvo a caer.

Hablar, Rosa, es darse trompicones

de palabra en palabra. La lengua dice

cosas que no quisiera, a tientas anda.

¿No ves, Rosa, que hablando, como hablo,

caigo en lo mismo y a lo mismo vuelvo?

Cosas que pasan. Te diré que anoche

ardieron los rastrojos, una hermosura

de fuego que en festones se corría

de gozo dando saltos, crepitando,

la llama daba brincos, le ponía

un rostro diferente a los contornos,

sorprendida la noche en sus silencios

por la herida que abría en sus costados

la navaja de las llamas alegres.

Era una fiesta de purificación[82].