XXXIII

Entre el sueño y la muerte vamos, Rosa,

andando en medio de tiniebla, espanto,

gritos, furias perdidas, necios ríos

de estupidez humana, quicios duros

cerrados a lo hermoso y a lo eterno;

apenas voz, apenas canto. A veces,

intento de una música a este sordo

arrastrarse de pasos en la tierra.