XXIX

Ese poco de sangre recogido

es tan grande belleza y tanta prisa

a quien nombraron Rosa y le dijeron:

Vete con ese olor. Pon la maƱana

ardiente con tenerte. Vuela en dicha

del alba hasta la tarde. No detengas

un minuto tu paso. Pasa, Rosa[78],

que por donde pasaste decir puedan:

En este mismo tallo ayer estaba,

y ni el aire se atreve. Quede el hueco

de tu hermosura resonando. Quede

como un verso en el aire el de tu paso,

y la memoria de tu olor, camino

que nos siga llevando a tu hermosura.