Es tan bello cantarte! Yo estaría
cantándote y cantándote. Llamaras:
Acaba, que la mesa está ya puesta,
y dijera: ¿Acabar lo que no tiene
comienzo? Deja que comience y diga:
Hubo una rosa que me amaba. Era
exactamente como tú. Tenía
prisa siempre. Se iba a los arroyos
por seguir el ejemplo de sus aguas.
Fue una prisa perpetua de hermosura,
un apresuramiento de belleza
asomado a unos pétalos. Soñando
en detenerla se me fue la vida.