XXI

Es tan bello cantarte! Yo estaría

cantándote y cantándote. Llamaras:

Acaba, que la mesa está ya puesta,

y dijera: ¿Acabar lo que no tiene

comienzo? Deja que comience y diga:

Hubo una rosa que me amaba. Era

exactamente como tú. Tenía

prisa siempre. Se iba a los arroyos

por seguir el ejemplo de sus aguas.

Fue una prisa perpetua de hermosura,

un apresuramiento de belleza

asomado a unos pétalos. Soñando

en detenerla se me fue la vida.