XIX

Cuando te dije: Espera, Rosa, un poco,

me dijiste: ¿Esperar? ¡No fuera Rosa!

¿Cómo sin ser José tú respiraras

la porción asignada de tu aire?

¿Cómo, sin ver tus ojos, me amarías?

Eso sí no que no, Rosa, le dije,

porque mis ojos ciegos te ven, Rosa,

Rosa, en el mar cuando te bañas, Rosa,

cuando devoras delicadamente,

cuando contemplas las estrellas, subes

a descansar, o por lo oscuro siento

un llamar y es olor, y digo: Rosa.