TE llamaras acaso Rosa, y fuera
más propio. Quizás prisa, quizás irse,
o simplemente huir entre mis brazos,
o quizás simplemente. Pero Rosa
es quedarse; tus hombros, son tus brazos
gordezuelos, tu cara y tus mejillas
como dos rosas, y que son dos puentes
que de la dicha llevan a la dicha.