Tú de verdad, y para ti mi vida.

Rosa de siempre, lo mortal te sabe

de memoria y amor. ¿Qué en ti no cabe?

Mi verso para ti. Tú, su medida.

Pedazo de mi tiempo, de mi herida,

me llevas y te llevo, mar y nave;

¡oh Rosa!, ¿qué hará el labio que te alabe

más que alabarte? Lo fugaz se olvida,

pero nunca la luz. El viejo río

seguirá su camino al mar, la nada.

Por los aires de Dios la primavera

seguirá proclamando el poderío

de lo que pasa, ¡oh Rosa! condenada

por dentro a florecer, morir por fuera.