IX

Mira el florido almendro donde asoma

con febrero la hoja primeriza,

y juntarse en la piedra de la herriza

lirio sin fruto a olivo sin aroma.

Y en tanto que, preñado, se desploma

el cielo, en cubrial y en albariza,

la primavera con temblor avisa

su cercanía por cañada y loma.

Y mira el pegujal esperanzado,

y el bruto con el peso ennoblecido,

seguro de su vientre generoso.

Y mira el corazón ya sin cuidado

de aquella claridad que lo ha tenido,

abrirse como un mar a campo y gozo.