Ya me partí de ti, ya me he quedado
sin frente, claridad, mano ni sueño,
ya nada dice cuanto de risueño
hay en encina, lirio, arroyo y prado.
Tenía el corazón acostumbrado
a aquella libertad de un solo dueño,
y hoy lo tengo perdido en el empeño
de ser a un tiempo libre y olvidado.
¡Ay, enero, tan claro en los caminos,
donde con flores los almendros salen
y con paz se despiertan las mañanas!
¡Ay, riguroso enero en mis destinos,
donde flores de almendro no me valen,
ni la extendida paz de estas besanas!