XI

¡Qué vendaval de sueños te arroja a mis playas!

Yo voy a tus despojos de puntillas, con miedo

de ahuyentar la hermosura que a ti viene a acogerse

cuando al sueño abandonas tus miembros sin cuidado.

¡Qué terca competencia de mi anhelo y las olas,

solícitos rondando tu abandono a la gracia!

¡Qué pequeña en la playa concentras la hermosura

vastísima del mar y la arena remota!

¡Qué pequeña en mi alma te miro, y cómo suena

por ti, toda insondable, clamándote a lo eterno!

¡Cómo absorbes, pequeña, los ríos sin orillas

de mis sueños que en ti seguros desembocan!

¡Oh misterio de espacios concentrados y audaces

donde el tiempo se acoge y desecha las alas,

donde mares y montes amantes se reclinan,

donde la rosa puede desnudarse en su gracia!