VIII

A tu amor he traído esta sien espinosa;

en tu brazo he soltado con mi frente las ansias

que me quiebran el pecho, y van desembocando

en tus ojos los turbios ríos de mis pensamientos.

¡Qué ligero tu brazo y qué claros tus ojos!

Los pensamientos van cambiándose en ventura,

y la esperanza en flor que tengo entre las manos,

y en olores presentes los recuerdos, y en lenta

vereda de delicia mis pasos por el mundo.