V

Estoy al cabo ya de la esperanza mía.

Un día la esperanza fue tan larga y tan lenta

que todo fue esperanza aquel abril del alma.

Soltaba pensamientos, y yo no sé qué viento

venía y los llevaba, como si fueran humo,

a su cielo constante. Soltaba una palabra,

y yo no sé qué cauce se la llevaba a ella.

Un camino seguían mi espíritu y mis ojos.

¡En qué bosques las casas y en qué ríos las calles

y en qué orillas de gozo trocósenos el mundo!

Mi corazón temblaba, y a veces la delicia

lo echaba a sus umbrales de miedo de perderlo.

Me encontraba a mi alma temblando entre las cosas

y ya lo inexpresable me asomaba a los ojos

con dulzura de lágrimas, y existir era un puro

ascender a regiones donde no había frontera

que partiese en dos mundos realidad y esperanza.