Estoy al cabo ya de la esperanza mía.
Un día la esperanza fue tan larga y tan lenta
que todo fue esperanza aquel abril del alma.
Soltaba pensamientos, y yo no sé qué viento
venía y los llevaba, como si fueran humo,
a su cielo constante. Soltaba una palabra,
y yo no sé qué cauce se la llevaba a ella.
Un camino seguían mi espíritu y mis ojos.
¡En qué bosques las casas y en qué ríos las calles
y en qué orillas de gozo trocósenos el mundo!
Mi corazón temblaba, y a veces la delicia
lo echaba a sus umbrales de miedo de perderlo.
Me encontraba a mi alma temblando entre las cosas
y ya lo inexpresable me asomaba a los ojos
con dulzura de lágrimas, y existir era un puro
ascender a regiones donde no había frontera
que partiese en dos mundos realidad y esperanza.