Oh tú, la siempre tú, la siempre espía

de mis cuidados y la siempre rosa,

la siempre recogida y rumorosa

soledad, siempre libre compañía!

La siempre sed y siempre fuente fría

al labio presta, y siempre venturosa

al corazón, y por decirte hermosa

te llamo libertad y digo mía.

La que siempre me encuentro en el instante

de la ventura; la que siempre espera,

sentada en el umbral de mi deseo

con su siempre ternura vigilante;

la siempre paz que llamo en mi ribera,

la siempre luz por la que vivo y creo.