¡Qué salto el corazón! ¡Oh pecho, oh muro

que así lo tiene preso y no lo deja

salirse al mundo, donde tanta vieja

voz de amigo lo llama! Duro, duro,

golpea y más golpea y más seguro

el hierro es carcelero y él no ceja[41],

y las flores, lo mismo que la abeja

en la colmena, oliendo está en lo oscuro.

¡Qué secreto adivina la hermosura

derramada en el mundo, y le responde

con latido a latido poderoso!

Sin ojos está viendo y sin figura,

figura es de la dicha, que le esconde

su destino de ciego y generoso.