Más que dicha, que paz, te llamaría

pura concentración de mi albedrío,

mar al que va, por ser tuyo y ser mío,

todo cuanto de mí ve luz del día

u oscuridad de noche, cuanto cría,

de temblor o ternura, playa o río,

libertad que te doy, y dulce brío

de la esperanza viva, que confía

en encontrarte sólo su existencia

para ser alto fuego, ser deseo,

y luego siempre ser, por siempre y puro.

¡Oh razón de mi vida y mi creencia!

Voz por quien canto y ojos por quien veo

en medio de lo hondo y de lo oscuro.