SOLEDAD

Soledad de las horas,

soledad fabricada con compañías deshechas

de seres que quisimos, cuya presencia es viva,

y sin embargo nos acompañan.

La soledad es clamor que se endereza a todo,

es gana de hacer hombros de los simples collados,

palabras de la brisa,

y lenguaje del cielo el caer de la lluvia,

y luces de esperanza las de cada lucero.

Soledad entre las cosas

que no entiendan la lengua que nosotros hablamos:

que digamos “la roca” y la roca no oiga,

y que la luz y el agua no siempre se comprendan,

ni el agua la mirada que perdí y ya no encuentro.

De que le falte seno al árbol y esté errante

tu espíritu por todo, sin encontrar refugio

donde yo te supiera y corriera a buscarte

cuando sintiera débiles mis hombros para el peso

de las tardes, o graves mis miembros cuando el alba

golpea con sus nudillos las puertas de la tierra.

Soledad de las noches, soledad de los lechos.

Desiertos son los lechos sin orillas que besen

los labios de las olas, desiertos son los lechos.

La soledad no tiene trato con la esperanza,

ni la fe ha caminado nunca cerca de ella.

Solo el hombre en la tierra;

la tierra sola sigue.

Sola la voz del hombre y el rodar de la tierra.

Igual que una promesa, la mujer fue anunciada,

y huyó la soledad arrastrando a los hombres.