AMOR, ¡OH PLUMA![21]

Como el amor que sabe,

como el amor que viene,

como el amor que rasga

y en nuestros dedos cede,

lo mismo que el amor,

la ternura o la nieve,

lo mismo que el volar,

se quiere o no se quiere.

Amor, ¡oh pluma!, ¡oh vilo!

¡Oh, ven!, ¡oh, si no vienes!

¡Oh barco! y ¡oh ventura!:

Cuando vengas me encuentres.

¡Oh álamos! ¡Oh torres!

¡Cuántas cosas presentes!

La memoria y el río

sobre el que gracia viertes.

Que estás tú y él está,

que te vayas y quede,

que con venir te vayas,

que con irte te acerques.

No sé ya qué te diga

ni qué hueso se queje

ni en qué lágrimas, ojos

por convertir me resten.

Ni en qué rosales, manos,

ni en qué llanuras, vientres,

ni en qué plumas, cabellos,

ni en qué dedos, torrentes.

Ni en qué lomas, qué lomas,

dulces hombros de nieve,

para que en ellos duerman

cabellos indolentes.

No sé dónde me llevas

ni sé dónde tenerte

de tanto como ocupas,

lo poco que apareces.

Hiciera ríos mis brazos

y los ojos dos puentes

porque tú navegaras

y porque yo te viere.

¡Que no te hicieras agua,

y yo en la orilla, leve

hierba que tú al pasar

quedara estremeciéndose!

¡Que no fuera, no fuera

cualquier cosa que fuere…!

La voluntad se ha muerto

por miedo de perderte.

A tus brazos, tus brazos,

venga lo que viniere,

a tus brazos el mar,

en tus brazos la muerte.

Sobre tu espalda van

corriendo cien jinetes;

¡ay, ojos de los míos,

quién no los conociere!

Que salen como flechas

y como flores mueren

cuatro cascos clavados

en llanuras de nieve.

No hay huida de ti,

que todo lo presente

lo tienes resumido,

los bosques y los peces.

Ya nada queda en mí,

la hoja o la corriente,

que todo ha sido, todo,

quererte o no quererte.