ELEGÍA

No puedo negar amor a estos cabellos perecederos,

aunque los sepa detenidos un punto en el oro

en su camino hacia las nieves eternas.

Ni a estos perfiles al sol, con el sol acabando,

ni a estos cuellos o tallos pendientes de un estío.

Sin mi voluntad

cae el peso de mi amor sobre tallos, cabellos,

a pesar de la brevedad de la flor de la aurora,

de la rosa o paloma que en las manos me dejas,

de los arroyos o cabellos que desencadenas en mis brazos;

a pesar de lo negra y lo honda

que se hace la noche sin ti;

a pesar de los espejos extraños

que donde quiera se forman al dejarte;

a pesar de lo eterno,

o tal vez porque lo eterno es tu fuga.