Ya es hora de levantarse, amor, le dije.
Se te suelen pegar las sábanas,
y luego pasas el día entre bostezos.
¿Te sientes cansado?
¿Te encuentras viejo?
El corazón hace tiempo
que sólo sirve para inundarnos el pecho,
al repasar la lista de la lotería,
o al sufrir un examen.
Conviene reservarlo
para que no se estropee. Tenerlo engrasado y limpio,
apartado de nosotros cuando amemos,
sacarlo al sol de vez en cuando,
y encerrarlo bien de noche para que no se escape.
Es un mal bicho este bichito de nuestro pecho,
al que hay que educar desde pequeño
con sabias y prudentes máximas,
no darle demasiado dinero,
y enseñarlo a mirar con modestia.
A las mujeres las saludará
con una leve inclinación de cabeza,
sin mirarlas de frente,
por el peligro que supone
encontrase al volver a casa
encinas en vez de algarrobos,
en vez de gayombas pitas,
que en vez de pájaros cantan dulces serpientes en los árboles.