Amor, es necesario desear algo,
aunque sea la lluvia o la escarcha;
lo que no puede ser
es permanecer ante las montañas
sin dirigirles palabras cariñosas,
ver los ríos viajar continuamente
sin desearles buen viaje.
Hay que ser complaciente con todas las cosas,
las que existen y las que no existen.
No olvidar cuando salgamos
que no sabemos cuándo será el retorno,
y que puede presentarse la ocasión
de convidar a migajas de pan a los gorriones,
a pan y sal a los borregos,
que podemos ir a parar a la Arabia,
donde los camellos se mueren de sed,
y les salvaríamos la vida
si con la cartera y el portamonedas
hubiéramos puesto en nuestro bolsillo
un vaso,
que el agua ya se encargarán los cielos
de que no falte.