De todas las que están ausentes
tú eres la que no te alejas.
Pero, como mi pecho es tan grande y está vacío,
te pierdes inevitablemente.
Tienes tiempo y espacio para todo,
para bañarte y dormir,
para el bridge y el baile.
¿Recuerdas que te dije un día:
“Fíjate que mi amor no es una casa,
sino una modesta cabaña
donde apenas hay confort,
ni más alimento que pan, vino y aceite”?
¡Oh!, ¿dices que es bastante,
que con aceite, pan y vino
puede comer el amor?
Pero ¿y la sal? ¿y el azúcar?
En esta cabaña faltan la sal y el azúcar,
y está sola entre los bosques,
y sólo llegan a ella
los lejanos silbidos del tren,
y en los días claros se ven sus humos,
que en los días oscuros
hay que contentarse con tus ojos.