Amor de tantas cosas bajo el sol como existen,
de troncos y de cuellos, de hombros y de playas,
a los que sólo amor dicen mar y destino.
Amor de cuántos ríos y cuántos horizontes,
de cabellos de niño y cuerpos que descansan,
de lomos de animales, y de huellas recientes,
de árboles y nubes que a los ponientes hablan
con una voz de fuego en las aguas tranquilas.
Amor de tanto amor como no tiene nombre
y tiene residencia en estancias o pechos,
de palabras y labios que se buscan sin suerte,
de besos y de cantos que el aire no recoge,
de tanta mano inútil como el amor ignora.
Amor de tanta frente que se reclinaría
si una peña dijera: ahí está mi ternura,
y de tanta mejilla como la muerte siega
sin que un signo de amor lleve sobre sus pétalos.
Amor de tantos ojos que se abren a esperar,
de tanta rosa inútil que esperando se cierra,
de la lluvia y el alba que aparecen reunidas
cuando el invierno muestra el dedo sobre el labio.
Amor de tanta herida y tanta dulce frente,
de tanto vuelo libre y tanto surco abierto,
amor de la firmeza con que los miembros aman,
de la brisa que viene y el pájaro que vuelca
un arroyo de amor cada vez que enmudece.
Amor, ¡a cuánta cosa y tiempo donde ir!
¡Cuántos juegos en ti en que tocar la vida!
¡Y cuántas mudas aguas en que ver la muerte!