IX

Pastor dulce de recuerdos,

vestido triste de ausencias,

por montes de soledades

guardando las tardes muertas.

Por montes de soledades

y esperando que otras vengan;

cayado débil de lágrimas

oyendo balar estrellas.

Mis ganados son tan mansos

que pintan lienzos de aquellas

colinas, de no sé dónde,

ilustradas con presencias

de algún cuando reclinado

aquí lejos, o allá cerca.

Cuandos y dondes ausentes

que no eran, cuando eran,

y que muertos os mecéis

a mi vera, vera, vera.