III
ROMANCE

Los ecos de la verbena

se los lleva la alborada

sobre sus caderas finas

de sangre, de oro y de nácar.

Está la noche borrosa.

Están tocando campanas.

Que es domingo, niñas, hoy;

vamos a misa de alba.

Caerán los golpes de pecho

sobre la roja mirada

de aquel clavel incendiado

en tu corazón de plata.

Y dirás: “Señor, perdón”

con la vocecita clara

con que dijiste: “Te quiero”

cuando la luna alumbraba.

Y pensarás: “¡Oh! Dios mío,

tú el señor y yo la esclava”,

como pensaste en la noche:

“¡Tú el amado y yo la amada!”.