CAMINEMOS, caminemos
lentamente hacia la aldea
con la paz puesta en la boca
y con el alma serena.
Y en los ojos los cristales
que nada enturbian, que llenan
este paisaje de otoño
de nostalgia y de tristeza.
Los humos de los hogares,
azules, sobre la tierra;
de los hogares templados
en donde al fuego se sueña,
con otras llamas más hondas
que no consumen y queman.
Las niñas de ojos azules
y de frente de quimera
y castillos en el aire,
áureos castillos que encierran
el tesoro de los cuentos
de Blanca Nieve, la buena.
Las niñas que aguardan siempre,
aguardan a quien no llega,
¡niñas tristes de los pueblos,
siempre al amor de la reja!
Soñemos todo lo bueno
caminito de la aldea,
con la paz puesta en la boca
y con el alma serena.