I

CAMINEMOS, caminemos

lentamente hacia la aldea

con la paz puesta en la boca

y con el alma serena.

Y en los ojos los cristales

que nada enturbian, que llenan

este paisaje de otoño

de nostalgia y de tristeza.

Los humos de los hogares,

azules, sobre la tierra;

de los hogares templados

en donde al fuego se sueña,

con otras llamas más hondas

que no consumen y queman.

Las niñas de ojos azules

y de frente de quimera

y castillos en el aire,

áureos castillos que encierran

el tesoro de los cuentos

de Blanca Nieve, la buena.

Las niñas que aguardan siempre,

aguardan a quien no llega,

¡niñas tristes de los pueblos,

siempre al amor de la reja!

Soñemos todo lo bueno

caminito de la aldea,

con la paz puesta en la boca

y con el alma serena.