Un ejercicio de mirar nubes.
Un gigantesco test de Rorschach.
Una obra maestra de la historieta de finales del siglo veinte, uno de los principales momentos artísticos del medio en su siglo de existencia.
Un juego de búsquedas.
Un puzzle lleno de preguntas.
Un divertimento formal, un juguete escénico, la forma sobre el fondo, el fondo como aliado imprescindible de la forma.
Sujeta a mil interpretaciones, a mil indagaciones, a mil respuestas. Todas válidas, ninguna contrapuesta.
Capas sobre capas, matices sobre matices, humo y espejos. Magia.
Todo eso es Watchmen.
Todo eso es la historieta.
Y estas son mis preguntas, y algunas de mis respuestas. Mi visión, que puede o no ser la de los lectores. Que puede o no ser la visión que yo tuviera hace más de veinte años, ni la misma que tenga mañana, en una nueva lectura de esta obra.
El horizonte que nunca se alcanza.