El sábado amaneció luminoso y claro. El primer día del resto de mi vida, pensó Parker, alegrándose, pero también sintiendo cierta aprensión. Aquel era el día que Boomer sería presentado a Ricky y a Eve… y podía suceder cualquier cosa.
Con Ricky era algo seguro, desde luego. Ricky se iba a volver loco con Boomer. Pero, ¿y Eve? Parker no estaba demasiado seguro. De vez en cuando ella había hablado de tener un perro. Decía que no le importaría la compañía y que se sentiría más segura. Pero nunca hizo nada por tenerlo, lo que indicaba, por la razón que fuese, que un perro no le entusiasmaba.
—Como pisar una babosa, podría salirte con cualquier cosa —le dijo Parker a Boomer al dejar la autovía por Chatsworth—. Le puedes gustar, lo que significa que tendrás una piscina, o te puede odiar, lo que significa que te tendrás que quedar conmigo y con la bañera.
Boomer sonrió meneando la cola, feliz con cualquiera de las dos posibilidades.
—El chico —dijo Parker—. ¿Te he hablado de él? Es nuestra arma secreta. Cuando te vea, se va a poner tonto y cuando ella le ve así, que es con lo que contamos, el plan es que le ablande el corazón. Así que olvídala, concéntrate en el chico, ¿de acuerdo? El chico es la clave.
Boomer movió la cola un poco más.
—Ya reconocerás al chico —dijo Parker—. Se parece un poco a mí, más joven, por supuesto, pero con los mismos ojos color azul acero, penetrantes, como si pudieran ver a través tuyo, así que será mejor que vigiles. Es guapo, tiene el pelo rubio y una sonrisa maliciosa. La nariz es de su madre, pecas y una frente muy ancha. Camina como su padre, un poco patizambo. ¿Te vas enterando?
—Brrff —ladró Boomer, lo que Parker aceptó como un sí.
—Ahora, hay algo más —dijo Parker—. ¿Te acuerdas de Mia? ¿La señorita que conociste la otra noche? Realmente me gusta. La voy a volver a ver y si hay un momento bueno se lo diré a Ricky y a Eve; tiene que ser esta mañana, cuando les vea que contigo se vuelven locos. La idea es que yo me aprovecharé de tu éxito, por así decir. Os voy a poner a los dos en el mismo paquete. Diré algo así como: «Bueno, chicos, finalmente conseguisteis un perro y, a ver si lo adivináis, yo he conseguido una novia». Y ellos levantarán la vista, porque estarán abrazándote y acariciándote y dirán: «¿Ah sí? ¿Quién?». Y yo les diré: «Probablemente la habéis visto, es una estrella de televisión».
—Brrff.
Se detuvo frente a una casa estucada estilo Tudor. Cada vez que la veía, tenía el mismo pensamiento: que necesitaba que le dieran una mano de pintura… lástima que no hubiese un hombre en la casa. Y luego recordaba que podría igualmente estar necesitando una mano de pintura aunque hubiese habido un hombre por allí.
Unas cosas salían bien, otras no, pensó Parker. Lo importante era seguir intentándolo.
Iba a tocar la bocina, pero cambió de idea y se bajó del coche, pensando que, aquella vez al menos, sería mejor que hiciese las cosas bien.