¿Qué se puede decir de Arturo después de todos estos años?
De las circunstancias de su nacimiento ya estás enterado, y también sabes algo sobre su final. Conoces sus batallas y sus triunfos, aquellos, por lo menos, que cuentan los cronistas. Y el libro de Aneirin puede leerlo todo aquel que lo desee. Pobre Aneirin; trabajó tan duramente en su negro libro, y, sin embargo, ni siquiera él consiguió captar más que un atisbo del hombre al que quería honrar. Esa incapacidad acabó por hacerlo muy desdichado. La fama de Arturo, su misma presencia, como los resplandecientes rayos del sol sobre el agua cristalina, ocultaban más de lo que revelaban. Así pues, uno oye historias y cree conocer al hombre; oye una parte y piensa que lo sabe todo; escucha mil y una especulaciones lanzadas por oscuros y tediosos visionarios y cree haber captado la verdad.
Pero ¿sabes cuál fue el mayor logro de Arturo? ¿Conoces la dolorosísima prueba por la que pasó, solo en el campo de batalla y con toda Inglaterra en juego? ¿Alguien te ha contado cómo luchó por salvar al Reino del Verano de su peor enemigo? ¿No?
A decir verdad, no me sorprende demasiado. En estos malhadados tiempos, se olvidan muchas cosas que más nos valdría recordar. Los hombres siempre entregan lo mejor de su herencia a cambio de las insignificantes satisfacciones del momento; se venden por cuatro cuartos los tesoros de la era anterior y se pisotea sin miramientos toda su riqueza. Desgraciadamente, así es como son las cosas. Y, en lo tocante a Arturo, muchas cosas que debieran ser de dominio público permanecen ocultas. Porque el mismo Arturo estuvo oculto durante aquellos primeros años turbulentos.
Pero yo, Myrddin Emrys, conozco todos los relatos perdidos y ocultos, ya que estuve junto a él desde el principio. Y permanecí a su lado en su día más aciago. Un día que en nada puede compararse a ningún otro en la larga historia de nuestra raza: un día lleno de engaños y temores y, ¡ah!, gran gloria. ¡Sí! Gloria inmensa. Porque en ese día Arturo adquirió el sobrenombre que para él era más importante que todos los demás: Pendragon.
He aquí una historia digna de contarse. Puede que esté perdida y olvidada; pero, si quieres escuchar ese relato, si quieres averiguar la talla de un hombre cuya fama sobrevivirá a esta desdichada era, presta atención. Escucha y recuerda. Pues en verdad te digo que no conocerás a Arturo hasta que no hayas oído hablar de la Guerra Olvidada.