Antes me parecía hermoso vivir el frío
y una viva caricia para mí era el frescor,
me gustaba lo amargo, y era como
si pudiese seguir con mis caprichos
incluso en un banquete de tinieblas.
Alegría sacaba de frío manantial,
y aquella vastedad la dio la nada.
De la tiniebla natural, maravillosamente,
se destacó una extraña claridad. ¿Por mucho tiempo? Apenas.
Pero yo, amigo mío, salí adelante.
(1945)