Una voz

Entre todo el jardín,

una rosa nos gustó.

¡Qué hermosa había florecido!

En marzo la plantaron,

y no fue en vano, no.

¡Dichosos los que tienen un jardín!

Y cuando soplan los vientos de nieve

y a través de los pinos se les oye silbar,

¿qué nos puede pasar?

Hicimos nuestro techo,

de musgo y paja lo cubrimos además.

¡Dichosos los que pueden tener techo

cuando se oye a los vientos de nieve silbar!

(De Madre Coraje y sus hijos, 1939)