Canción de una madre alemana

Camisa parda y botas altas,

hijo mío, te regalé.

Mejor habría sido ahorcarme

de haber sabido lo que sé.

Al verte levantar la mano, hijo,

y a Hitler saludar,

¿sabía yo que aquellas manos

todas se habrían de secar?

Cuando de una estirpe de héroes,

hijo mío, te oía hablar,

que tú serías su verdugo

no lo podía imaginar.

Y detrás de aquel mismo Hitler,

hijo mío, te vi marchar,

sin saber que quien le siguiera

no regresaría jamás.

Alemania, tú me decías,

hijo, no se conocerá.

Ceniza y piedra ensangrentada,

¿quién conoce a Alemania ya?

Con la camisa parda un día

te fuiste y yo no me negué.

Con ella puesta morirías:

yo no sabía lo que hoy sé.