Alemania

Hablen otros de su vergüenza.

Yo hablo de la mía.

¡Oh Alemania, pálida madre!

Entre los pueblos te sientas

cubierta de lodo.

Entre los pueblos marcados por la infamia

tú sobresales.

El más pobre de tus hijos

yace muerto.

Cuando mayor era su hambre

tus otros hijos

alzaron la mano contra él.

Todos lo saben.

Con sus manos alzadas,

alzadas contra el hermano,

ante ti desfilan altivos

riéndose en tu cara.

Todos lo saben.

En tu casa

la mentira se grita.

Y a la verdad la tienes amordazada.

¿Acaso no es así?

¿Por qué te ensalzan los opresores?

¿Por qué te acusan los oprimidos?

Los explotados

te señalan con el dedo, pero

los explotadores alaban el sistema

inventado en tu casa.

Y, sin embargo, todos te ven

esconder el borde de tu vestido, ensangrentado

con la sangre del mejor

de tus hijos.

Los discursos que salen de tu casa producen risa.

Pero aquel que se encuentra contigo, echa mano del cuchillo

como si hubiera encontrado a un bandido.

¡Oh Alemania, pálida madre!

¿Qué han hecho tus hijos de ti

para que, entre todos los pueblos,

provoques la risa o el espanto?

(1933)