AGRADECIMIENTOS
Quisiera dar las gracias a mis amigos Max King y Bob Rosenthal del periódico The Philadelphia Inquirer por su excepcional visión de futuro y su inestimable ayuda. Black Hawk derribado empezó como un proyecto periodístico y es el tipo de historia que ningún otro periódico estadounidense habría publicado. Max y Bob supieron ver sus posibilidades desde el principio, y fomentaron mi propia ambición con respecto al proyecto. David Zucchino, que me ayudó a convertir el primer borrador de esta historia en fascículos para el periódico, fue el responsable de su primera publicación y contribuyó en gran manera a la configuración final de este libro. Le debo mucho al fotógrafo Peter Tobia, que me acompañó en el difícil viaje que hice a Mogadiscio el verano de 1997, y volvió con una colección asombrosa de trabajo que documenta esa ciudad maldita.
Durante el proceso de plasmar esta historia he hecho varios amigos para siempre. Como yo no contaba con experiencia militar, los últimos dos años he tenido que hacer un curso acelerado de terminología, táctica y ética marciales. He aprendido mucho del teniente coronel L.H. Burrus, retirado del Ejército de EE.UU., un gran soldado y buen escritor, que tuvo la amabilidad de contactarme y ofrecerse como primer lector y consejero experto. El sargento de Estado Mayor Paul Howe y Dan Schilling, un ex técnico de control en combate de las Fuerzas Aéreas, también fueron útiles lectores que hicieron sugerencias atinadas de gran ayuda. No habría podido siquiera empezar esta historia sin la ayuda de Jim Smith, un ex capitán ranger cuyo hijo, Jamie, murió en Mogadiscio. Jim tuvo la amabilidad de presentarme a algunos de los compañeros rangers de su hijo. Walt Sokalski y Andy Lucas de la oficina de relaciones públicas del Comando de Operaciones Especiales de EE.UU., organizaron los primeros encuentros, base de este proyecto, con los rangers y con los pilotos de helicópteros del 160° SOAR. Gracias a Jack Atwater del Museo de Artillería del Ejército de EE.UU. por el curso rápido sobre Armas 101 que me dio. Estos no son más que unos pocos de los cientos de militares que han compartido generosamente conmigo su tiempo y sus conocimientos, de entre los cuales algunos me han pedido que no mencione sus nombres. Mi agradecimiento a Ibrahim Robles Farah por ayudarnos a Peter y a mí a salir de Somalia.
Gracias de nuevo a mi paciente esposa, Gail, y a nuestra familia, Aaron, Anya, B.J., Danny y Ben, que me permiten vivir y trabajar de una forma que, a menudo, complica sus propias vidas. Mi agente, Horda Weyr, ha vuelto a demostrar que su juicio es infalible al presentarme a Morgan Entrekin, al que tengo la suerte de poder llamar mi editor y mi amigo, y a Amy Hundley, su ayudante de redacción. Junto con el resto del equipo de Grove/Atlantic, sin duda inteligente y de gran éxito, han creado uno de los mejores sistemas de atención y estímulo para los escritores actualmente con vida.