NUESTRO SALIERI

Fue de entrada en casa de Carmine Galante

nuestro inculto sastre mal hablado

y experto en tapices etruscos

donde estuvimos cerca de componer un oratorio

y de dar un buffet de sesos engreídos

pues nos topamos otra vez con Salieri

el confesor laureado de esta república

que se mandaba a hacer sus casullas

de marta cibellina con Galante también

Qué promiscuidad, Luchino

y qué incómodo además para Salieri

verse sorprendido allí donde Galante

probándose la ropa

Habíamos olvidado que aun vivía

y no nos dio ganas de hacerle algo

de hilarle el cuello a los turbos del Harrier

y dejarlo caer al mar como betarraga

por inmiscuirse en nuestras telas

Pero ahí al verlo hicimos memoria

Demonios,

Qué bajoneante para la lengua española

y qué merma para los dineros del culto

seguir mamando y con décadas de atraso

las puerilidades seniles de un pendenciero

cuya vanidad era infinitamente mayor

que su insignificancia

Lo vimos irse, Luchino

irse rodeado por los mozos de Galante

que le tapaban el bolso.