HABÍAMOS DADO MÁS DE MIL ÓRBITAS

Habíamos dado más de mil órbitas

sobre el mar sin haber jamás arribado

a ningún cabrón puerto

Coritani nos traía por mar perdidos

algún tiempo

para después dormirse

y dejarnos otra vez perdidos

No quedaba un solo Harrier a bordo

y las cargas de armamentos y alcohol

arrojadas al mar por unas rocas

que eran como olas varadas

Ma Coritani hacía detener el viento

para salir a guerrear a cubierta

pero amodorrado por el rocío y el sueño

veía nubes que se hundían en el mar

Entonces alucinó hundir el portaaviones

hasta la mitad, hasta dejar flotando

sólo las gigantescas velas en cubierta

para que parecieran unas dunas de mármol

levantando una capilla

Mientras el arsenal de agua debajo del casco

y el mar rodeando por todos lados a la vez

hacía estremecer de gozo

a los rapsodas druidas

porque Patresca Ossavinci de una belleza

que mandaba a irse de lado al cielo

iba levantando el mármol y lo socavaba

con su cuerpo hurgándole un hombre

la ternura despiadada de un hombre

y con sus ojos hurgándole un faro.