En un Harrier de la flota invisible
en el 2029 sobre el desierto de Nazca
yéndonos en llamas de estos cielos
descontinuados como mandas
a merced del infinito infierno
reparábamos la nave alucinante
sujetándola en el aire
con un encordado de balcones
y volvíamos los mamas a subirla
al cielo obnubilados
Mientras nuestras esposas
aullando en poses de suplicación
ante los falos de los resistentes
y heridos aún vivos que íbamos quedando
haciéndole tener un desagrado a la muerte
Nueve años más tarde, cuando bajamos
por las escalerillas del Harrier
a esperar que se nos revelara algo
parecíamos resolana.