Despegamos del portaaviones Cuarta Esperanza
con los Harrier flameando
Por primera vez los hacíamos flamear
y navegábamos con el ancla abajo
para enterrar al mar hasta secarlo
Fue la impiedad
Subimos la poca vida que le quedaba a Rastelli
a un tablón de mármol y lo amarramos
Ma luego amarramos el mármol a cuatro Harrier
y remolcamos a otros nueve que iban de escolta
subiendo para atrás frenados y dando elipses
en largos relevos taciturnos y eclipsando
Porque ya eclipsados desaparecían del cielo
y el mármol se movía como la marea,
mientras las Burroughs metían mente
en la coordenada subida de los Harrier
No era el momento de empezar a funerarlo
y arruinar su sueño de morir en el cielo,
pero ahí iba Rastelli despachado en el mármol
y con la mama alcohol en el abrigo
hiriendo de muerte a los pocos intensos
que se quedaban ahí sollozando como
el infinito escarnio que les sacaba
Rastelli ya casi debajo del mármol
Más al cielo nos esperaban unos Harrier-Cargo
montando unos cortinajes rojos gigantes
que le habíamos pedido al coreógrafo Toesca
y que hacían entrar al cielo en penumbras
En ese parqueadero le untamos la pasta mórbida
mantenida en celo por los iniciados celtas
dejándolo embalsamado en estado de explosión
Porque Rastelli iba a volar como una bandada
cuando se desmoronó sangrando en el mármol
Pero el búho infausto intuyó que venía el eclipse
y se desbandó del cortejo y apartándose zumbado
hizo cavar su alma en el tablón de mármol
para hacerles un radar a los milenaristas
y esbozarles un sueño que a sus demonios
no se les daba ni en pesadillas.