VIMUERTE EN EL CIELO
DE PHILLIP RASTELLI
SOBRE UN MÁRMOL REMOLCADO
POR LOS HARRIER

Despegamos del portaaviones Cuarta Esperanza

con los Harrier flameando

Por primera vez los hacíamos flamear

y navegábamos con el ancla abajo

para enterrar al mar hasta secarlo

Fue la impiedad

Subimos la poca vida que le quedaba a Rastelli

a un tablón de mármol y lo amarramos

Ma luego amarramos el mármol a cuatro Harrier

y remolcamos a otros nueve que iban de escolta

subiendo para atrás frenados y dando elipses

en largos relevos taciturnos y eclipsando

Porque ya eclipsados desaparecían del cielo

y el mármol se movía como la marea,

mientras las Burroughs metían mente

en la coordenada subida de los Harrier

No era el momento de empezar a funerarlo

y arruinar su sueño de morir en el cielo,

pero ahí iba Rastelli despachado en el mármol

y con la mama alcohol en el abrigo

hiriendo de muerte a los pocos intensos

que se quedaban ahí sollozando como

el infinito escarnio que les sacaba

Rastelli ya casi debajo del mármol

Más al cielo nos esperaban unos Harrier-Cargo

montando unos cortinajes rojos gigantes

que le habíamos pedido al coreógrafo Toesca

y que hacían entrar al cielo en penumbras

En ese parqueadero le untamos la pasta mórbida

mantenida en celo por los iniciados celtas

dejándolo embalsamado en estado de explosión

Porque Rastelli iba a volar como una bandada

cuando se desmoronó sangrando en el mármol

Pero el búho infausto intuyó que venía el eclipse

y se desbandó del cortejo y apartándose zumbado

hizo cavar su alma en el tablón de mármol

para hacerles un radar a los milenaristas

y esbozarles un sueño que a sus demonios

no se les daba ni en pesadillas.