No parábamos nuestra alegría de bacanal,
nuestro delirante cortejo de matanzas
y desórdenes continuos
allá abajo en el hoyo del mundo
Veníamos saliendo del Les Assassins
del restaurant Les Assassins en Chile
muy curados, curados como frambuesas,
veníamos a los Giorgio Armani, los Gianni Versace
y los también Gianfranco Feltrinelli,
ya de regreso a subirnos a los Harrier
parados afuera frente a La Merced
cuando nos topamos con la abadía falsaria
Demonios,
Demonios, pero si es Georgie Boy otra vez
trayendo a sus fiambres devotos del Ayuntamiento
No sé qué infinita mala raja
lo traería hasta nosotros
pero fue precioso verlo paseándose de noche
con su sotana que parecía el acantilado.