Ya los Harrier fuera de pantalla
en un cielo con dos mil años de vacío,
parados esperando la consagración de las utopías
con nuestros abrigos de astracán puestos
y nuestros gorros de Rembrandt
recibí la venida a ver de un olvidado amor
La Sor clona Cósima que me zampó su belleza
y que ahora venía a incendiarme mi Harrier
acusándome de besar a Judas Iscariote
abandonado a su muerte por el Mesías,
de hacer cundir el desaliento en la florería
y de pasarme al bautizo de Gaetano Stampa
La dejé ir imaginándomela como un polvo perdido
sobre mi asiento descapotado, aunque sabía
que el tocarla haría reventar la cabina
y que el amor podría significar la muerte
arruinando el sueño de la guerra infinita
Pero como un inflado émulo de Garcilaso
apenas un momento antes de sucumbir
me sobrepuse y le recité conmovido a sus ojos:
Estoy continuo en lágrimas bañado
Rompiendo el aire siempre con suspiros;
Y más me duele nunca osar deciros
Que he llegado por vos a tal estado
Que viéndome donde estoy y lo que he andado
Por el camino estrecho de seguiros,
Si me quiero tomar para huiros,
Desmayo viendo atrás lo que he dejado;
Si a subir pruebo en la difícil cumbre,
A cada paso espántanme en la vía
Ejemplos tristes de los que han caído.
Y sobre todo, fáltame la lumbre
De la esperanza, con que andar solía
Por la oscura región de vuestro olvido.