IVOLÁBAMOS COMO UN MAR MAREADO

El cielo salió de noche como un contraeclipse

dejando de no creer a los espíritus insomnes

a las pocas mentes que aun soñaban

con parar la matanza en los enormes despachos

del convento de la Catedral de la Moneda

Mientras, los prisioneros de la luz, los celtas,

los boy etruscos, los druidas y los hunos

levantábamos el vuelo y subíamos la luz

desde nuestros hangares fondeados

en el cañón del Urubamba, mama Perú

Volábamos en nuestros acojonantes Harrier,

volábamos como un mar mareado

jubilosos de perpetuar el ataque

a los Mig franceses de los milenaristas

que ni con todo el sopor de sus profecías

intuían esta vez la que les esperaba

los íbamos a devolver a Dios a estos pendencieros.