178. La generosidad del cuerpo

Las creencias sobre las virtudes curativas de los productos corporales humanos eran comunes en otros tiempos, pero el valor del aceite secretado por la cabeza de un filósofo probablemente no tiene precedentes. El filósofo en cuestión era Jeremy Bentham, fundador del University College de Londres como una institución para el libre pensamiento: sus miembros estaban liberados de la tiranía de la Iglesia anglicana bajo la que funcionaban las antiguas universidades de Inglaterra. Cuando Bentham murió en 1832, su cuerpo fue embalsamado, tal como él había establecido en su última voluntad, y sus restos momificados reposan aún en una caja de caoba en el vestíbulo del colegio para ser expuestos a la vista en ocasiones ceremoniales. Thomas Love Peacock, el novelista, había sido amigo de Bentham, de quien «habló extensamente».

Él mencionó entre otras cosas que cuando se estaban haciendo experimentos con el cuerpo de míster Bentham tras su muerte, míster James Mill [filósofo y padre del filósofo utilitarista John Stuart Mill] entró un día en la habitación de míster Peacock en la India House y le dijo que de la cabeza de míster Bentham exudaba una especie de aceite, que era casi imposible de congelar y que él imaginaba que podría utilizarse para engrasar cronómetros que se llevaran a grandes latitudes. «Cuanto menos hable sobre eso, Mill», dijo Peacock, «mejor será para usted, porque si eso llega a saberse alguna vez, igual que ahora leemos en los periódicos que hay que matar a un excelente oso para obtener su grasa, tendremos anuncios diciendo que hay que matar a un excelente filósofo para obtener su aceite».

De sir Mountstuart Elphinstone Grant Duff, Notes from a Diary, vols. 1 y 2 (John Murray, Londres, 1897).