Fue a comienzos del siglo XIX cuando Charles Macintosh y otros intentaron por primera vez producir materiales impermeables por medio de revestimientos de caucho (de donde viene, por supuesto, el macintosh). Estos intentos tuvieron resultados contradictorios: en clima caliente el caucho se hacía pegajoso y fluía, y en clima frío se agrietaba. Charles Goodyear, nacido en New Haven, Connecticut, en 1800, se vio reducido a la penuria por su larga lucha para superar este problema; fue obligado, por ejemplo, a destruir una remesa de sacas de correo impermeables, laboriosamente fabricadas para el servicio postal de Estados Unidos, y pasó bastante tiempo en cárceles para deudores.
Luego, en 1840, después de haber intentado sin éxito el efecto del azufre, entre otros muchos materiales, sobre el caucho, dejó por descuido que una mezcla de caucho y azufre entrara en contacto con una estufa caliente. En lugar de fundirse, la pasta se convirtió en una masa gomosa sólo carbonizada en los bordes. Así es cómo su hija describía el momento:
Mientras yo entraba y salía de la habitación, observé casualmente la pequeña pieza de goma que mantenía cerca del fuego y advertí también que él estaba inusualmente animado por algún descubrimiento que había hecho. Clavó el trozo de goma en el exterior de la puerta de la cocina donde el frío era intenso. Por la mañana lo recogió y se mostraba exultante mientras lo sujetaba. Lo había encontrado perfectamente flexible tal como era cuando lo sacó.
La euforia de Goodyear no se contagió a su hermano inventor, Nelson, ni a otros grupos interesados. Esto es, en sus propias palabras, lo que sucedió (tomado de su tratado en dos volúmenes sobre el caucho, en el que Goodyear siempre se refiere a sí mismo en tercera persona):
Se esforzó por llamar la atención de su hermano y de otros individuos presentes que estaban familiarizados con la fabricación de goma elástica, sobre este efecto tan notable y diferente de cualquier cosa antes conocida puesto que la goma elástica siempre se fundía cuando se exponía a un alto grado de calor. Pero esto no les pareció entonces digno de atención; lo tomaron como una de las frecuentes proclamas que él tenía costumbre de hacer en nombre de algún nuevo experimento.
No obstante, él dedujo directamente que si el proceso de carbonización pudiera detenerse en el punto correcto, podría privar a la goma de su adhesividad natural, lo que le haría mejor que la goma natural. Más ensayos con calor le reafirmaron en la corrección de esta deducción al descubrir que el caucho de la India no podía fundirse en azufre hirviendo por caliente que estuviese, sino que siempre se carbonizaba.
Goodyear llamó a este proceso vulcanización; continuó investigándolo y mejorándolo y hasta hoy sigue siendo la base de la industria del caucho y sus productos derivados; es decir, desde las gomas de borrar hasta los neumáticos de avión. (El nombre, goma, deriva de la observación del famoso químico inglés Joseph Priestley de que un trozo de caucho borraba las marcas de lápiz del papel). Goodyear recibió muchos honores, pero gastó gran parte de su capital luchando contra violaciones de patentes que le llevaron de nuevo a cárceles para deudores en Inglaterra y Francia. El emperador Louis-Napoleon le concedió su medalla y la Legión de Honor que le fueron llevadas por su hijo a la cárcel de deudores de Clichy.
Véase Robert Friedel en American Heritage of Discovery and Inventions, 5 (3), 44 (1990) y George B. Kauffman en Education in Chemistry, 20, 167 (1989).