109. Una modesta evaluación

Johann Heinrich Lamben fue un erudito alemán nacido en 1728 en Alsacia y en el seno de una familia muy humilde. Era esencialmente autodidacta y sus intereses abarcaban la física, las matemáticas y la química. Al establecerse en Berlín atrajo la atención de Federico el Grande, el cual le concedió muchos favores. Pero el ego de Lamben era insaciable.

Lamben era muy presuntuoso y hay muchas anécdotas que dan fe de ello. Una de estas recoge su gran preocupación a causa de que el rey tardaba mucho en firmar su nombramiento como miembro de la Academia [la Real Academia de Ciencias de Berlín]. Su amigo Achard trató de animarle diciendo que estaba seguro de que el rey firmaría el nombramiento muy pronto.

«Yo no estoy nada impaciente —respondió Lamben— porque esto es algo para su propia gloria. Si no me nombrara sería un descrédito para su reinado a los ojos de la posteridad».

Finalmente se firmó su nombramiento y el rey Federico el Grande le preguntó en una recepción en cuál de las diferentes ramas de la ciencia era más experto, a lo que Lambert respondió tímidamente: «En todas ellas». «¿Así que también es usted un eminente matemático?» preguntó el rey. «Sí, Señor». «¿Quién es su maestro en esta ciencia?». «Yo mismo, Señor». «¿Quiere decir eso que usted es un segundo Pascal?». «Por lo menos, señor», respondió Lambert. Una vez que Lambert se había ido, el rey comentó que al parecer había nombrado a un gran idiota para la Academia.

La evaluación del rey fue demasiado apresurada, pues los logros de Lambert no eran en absoluto despreciables. Su obra en geometría tiene su lugar en la historia de las matemáticas, sus contribuciones a la astronomía fueron notables y su nombre se conmemora en un principio básico de la absorción de la luz, la ley de Lambert-Beer.

La cita es de History of Analytical Chemistry, de Ferenc Szabadvâry (Gordon and Breach, Londres, 1960).