Hans Christian Oersted (1777-1851) era catedrático de Física en la Universidad de Copenhague cuando ensayó una experiencia de cátedra que cambió el curso de la física. Oersted estaba fascinado por el magnetismo y no sostenía el punto de vista dominante según el cual el magnetismo y la electricidad eran fenómenos no relacionados —fluidos, como Ampère [17] los había llamado—. Él pensaba que más bien eran fuerzas irradiadas por todas las sustancias, que perfectamente podrían interferir entre sí; de hecho, estaba bien establecido que la brújula de un barco sobre el que había caído un rayo invertía a veces su polaridad. Por lo tanto, él conjeturó que si cerca de una brújula se colocaba un alambre delgado por el que circulase una corriente eléctrica, esta podría hacer que la brújula se desviase.
Por razones nunca aclaradas, Oersted decidió poner a prueba su hipótesis en una de sus clases públicas ante un auditorio en lugar de intentarlo primero en privado. Había dudado, confesó más tarde, pues la prudencia sugería que el experimento podría no haber funcionado y él hubiera quedado en ridículo; pero un impulso le hizo seguir adelante. Oersted hizo pasar la corriente a través de un delgado hilo de platino hasta que se puso al rojo. La brújula estaba directamente debajo, pero antes de que pudiera moverla a lo largo del hilo, la aguja se desvió. El efecto fue pequeño y probablemente invisible para una audiencia que se mostró apática; pero Oersted estaba sorprendido: la corriente que fluía en la dirección del eje de la aguja se había desviado hacia un lado. ¿Cómo era posible?
Oersted caviló durante tres meses antes de meterse en el laboratorio. Finalmente, tras muchos experimentos, infirió que la corriente eléctrica estaba generando una fuerza magnética y formuló la regla, que iba a hacerse famosa, según la cual una corriente eléctrica genera una fuerza magnética perpendicular a su dirección. Doce años más tarde, Michael Faraday en Inglaterra y Joseph Henry en Norteamérica pusieron de manifiesto el fenómeno recíproco de que un campo magnético variable induce una corriente eléctrica en un circuito próximo. Quedó para James Clerk Maxwell [44] el explicarlo todo.
Véase, por ejemplo, Hans Christian Oersted en Dictionary of Scientific Biography, C. C. Gillespie, ed. (Scribneer, Nueva York, 1980).