82. Las piedras mentirosas del Monte Eivelstadt

Esta célebre causa tuvo lugar en el siglo XVIII y le proporcionó el ridículo más espantoso a un erudito alemán de la Universidad de Würzburg. El doctor Johann Beringer no sólo era un miembro de su claustro sino que también era muy amigo del príncipe-obispo a quien asistía como médico personal. Beringer era también paleontólogo aficionado y recogía fósiles. En 1725, algunos jóvenes le ofrecieron una colección de hallazgos procedentes de un lugar próximo a la ciudad en el Monte Eivelstadt. Los especímenes eran falsos: piedras grabadas con imágenes de una amplia variedad de animales y plantas modernos. A medida que la colección crecía, la excitación de Beringer aumentaba Y, en 1726, publicó un libro donde describía sus descubrimientos. Estos no se limitaban a plantas y animales:

Aquí había claras descripciones del Sol y la Luna, de estrellas y de cometas con sus colas encendidas. Y finalmente, como el prodigio supremo que ordena la reverenda admiración de mí mismo y de mis colegas examinadores, había magníficas tablillas grabadas en caracteres latinos, árabes y hebreos con el inefable nombre de Jehová.

El lugar había sido «asaltado», por supuesto, por los traviesos estudiantes. Finalmente, Beringer, hurgando en Monte Eivelstadt, encontró el espécimen culminante, una piedra que llevaba su propio nombre. El sabio afectado pidió una investigación y pronto se estableció que los ayudantes voluntarios habían sido contratados por dos de los colegas de Beringer de la Universidad que le encontraban insufriblemente arrogante y habían decidido desinflar un poco su pomposidad. Pero alarmados por el éxito exagerado del engaño, habían tratado de advertir a su víctima de que no publicara su libro porque las piedras podían ser fraudes. Seguro en su autoestima, él no prestó atención a los bastante obvios indicios. Se decía que Beringer dedicó gran parte del resto de su vida a recoger copias de su libro (un destino compartido más de doscientos años después por un profesor polaco que había publicado un libro sobre genética justo antes de que esta ciencia fuera proscrita por el régimen comunista, esclavo de las absurdas doctrinas del charlatán ruso Lysenko [86]).

Véase The Lying Stones of Dr. Johan Bartholomew Adam Beringer-being his Lithographiae Wurceburgensis, traducido y editado por Melvin E. Jahn y Daniel J. Woolf (University of California Press, Berkeley, 1963).