En los primeros años del siglo XX se hizo evidente para los nutricionistas que la mayoría de los alimentos contienen sustancias en traza esenciales para la vida. Casimir Funk [163], un bioquímico polaco, les dio el nombre de vitaminas, de «vital amina». Fue un nombre equivocado pues cuando se determinó la estructura de varias vitaminas resultó que no eran aminas en absoluto. La primera de estas sustancias en ser descubierta fue la que ahora se conoce como vitamina B1, o tiamina. Salió a la luz por un feliz accidente.
El beri-beri es una enfermedad degenerativa que lleva a una muerte temprana. Ha devastado poblaciones a lo largo de la historia y, a finales del siglo XIX, una epidemia de esta enfermedad barrió las Indias Orientales Holandesas. En 1886, el gobierno de Holanda destacó a un pequeño equipo de expertos para investigar. Dos de ellos eran científicos, se llamaban Clemens Winkler y Cornelis Pekelharing e iban acompañados de un joven doctor del ejército, Christiaan Eijkman (1858-1930). En esa época dominaba la teoría, promulgada por los padres de la microbiología, Louis Pasteur [172] y Robert Koch [155], de que las enfermedades eran producidas por gérmenes y, por tanto, los holandeses supusieron que el beri-beri era causado por una infección bacteriana. Durante dos años trabajaron agotadoramente para aislar una bacteria y finalmente se persuadieron de que habían tenido éxito. Winkler y Pekelharing volvieron a casa, dejando a Eijkman para concluir las cosas pendientes antes de unirse a ellos. Pero Eijkman empezó a inquietarse. En el hospital militar que era su base había estado trabajando con gallinas afectadas de lo que parecía ser la misma enfermedad, pero ninguno de sus esfuerzos por transmitir la supuesta infección de aves enfermas o muertas a aves sanas dio resultado. Y un examen minucioso tampoco reveló ninguna bacteria o parásito.
Eijkman empezaba a preguntarse si él y sus colegas no estarían después de todo siguiendo una vía falsa, cuando una observación casual vino en su ayuda: la enfermedad que había hecho estragos en la población de aves de corral durante todo ese verano y el otoño amainó abruptamente. Eijkman buscó cambios en el tratamiento de las gallinas y pronto descubrió que en el período crítico había llegado al hospital un nuevo cocinero. El cocinero era responsable de alimentar a las gallinas tanto como a los pacientes; pero él no quería gastar su arroz hervido con las gallinas, de modo que compró una partida de arroz barato con cáscara. Eijkman dividió sus gallinas en dos grupos: las del primer grupo enfermaron rápidamente pero pudieron curarse cuando se les administraba arroz con cáscara, y las del segundo grupo crecieron. Eijkman dedujo que las gallinas estaban siendo envenenadas por una sustancia tóxica en el arroz y que las cáscaras contenían un antídoto, pero fue Pekelharing quien hizo la deducción correcta: la cáscara de arroz contenía un «principio activo» que prevenía el beri-beri. La vitamina fue aislada en 1912 por Frederick Gowland Hopkins, un reputado bioquímico de Cambridge. Tuvieron que pasar 18 años antes de que Eijkman y Gowland Hopkins (para entonces Pekelharing había muerto) compartieran el premio Nobel por su trabajo.
Véase C. Eijkman, en Nobel Prize Lectures in Physiology and Medicine 1922-1944 (Elsevier, Amsterdam, 1965).